1.- “Felipe” con su dueño, en la conducción de un rebaño de cabras. Sierras Subbéticas. Foto B. Moreno-Arroyo
Son muchas las anécdotas que se cuentan sobre el Perro de Agua Español, en este post, extraemos unas del libro de Cecilio José Barba Capote y Baldomero Moreno-Arroyo, “El Perro de Agua Español, una raza autóctona a conservar”.
“… A lo largo y ancho de España son numerosísimas las anécdotas y sucesos donde intervienen los perros de agua como los protagonistas principales. La afición al juego junto con ese espíritu incansable y la rápida capacidad de aprendizaje han sido siempre las grandes aliadas de los pastores, que en sus ratos libres cuando el ganado pastaba plácidamente, se entretenían en enseñar algunos juegos a sus incondicionales amigos. Asimismo, en los puertos pesqueros del Norte de España ocurría lo mismo con esa simbiosis entre marinero y “lanas”…”
“… Perro mensajero y recadero:
Del perro mensajero también hemos encontrado muchas referencias, y entre ellas extraemos las dos siguientes: La primera de ellas, en la zona de las Altas Campiñas del Valle del Guadalquivir, concretamente en los pueblos cordobeses de Fernán-Nuñez hacia La Carlota y Santaella, donde era frecuente encontrarlos por todos los cortijos de la comarca. Posiblemente su origen estuviera en relación al paso de los rebaños ovinos que pasaban por allí y alguna que otra vez quedarán atrás cachorros de alguna camada.
El trabajo específico en cuestión consistía en portar bien en la boca o bien sujeto al collar un mensaje manuscrito que el dueño quería hacer llegar a los vecinos de los cortijos cercanos. El perro que conocía cada uno de esos cortijos por una contraseña corría hasta su destino para entregar con premura dicho recado. Una vez allí el perro esperaba pacientemente a que se le entregase otra esquela con la contestación para su dueño. Hasta que eso no ocurría el perro no volvía a su cortijo.
Otro caso curioso es aquel en que un agricultor enviaba a su perro de agua portando la petaca de tabaco en la boca, a otra finca donde faenaba un amigo suyo en otra cuadrilla. El perro una vez que llegaba a la finca vecina solamente se dirigía a la persona conocida y se dejaba coger la petaca. Entonces el otro agricultor se servía cierta cantidad de tabaco en la mano para liar un cigarrillo y posteriormente la devolvía al can. En caso de que esta persona pretendiese abusar de la “convidá” de su amigo y servirse más de un cigarrillo o bien apoderarse de la petaca, el perro reaccionaba ladrando e incluso atacando. Una vez que esta persona, forzado por la reacción de guarda del perro, soltaba la petaca, éste rápidamente la cobraba en la boca para devolverla a su dueño.
“… A lo largo y ancho de España son numerosísimas las anécdotas y sucesos donde intervienen los perros de agua como los protagonistas principales. La afición al juego junto con ese espíritu incansable y la rápida capacidad de aprendizaje han sido siempre las grandes aliadas de los pastores, que en sus ratos libres cuando el ganado pastaba plácidamente, se entretenían en enseñar algunos juegos a sus incondicionales amigos. Asimismo, en los puertos pesqueros del Norte de España ocurría lo mismo con esa simbiosis entre marinero y “lanas”…”
“… Perro mensajero y recadero:
Del perro mensajero también hemos encontrado muchas referencias, y entre ellas extraemos las dos siguientes: La primera de ellas, en la zona de las Altas Campiñas del Valle del Guadalquivir, concretamente en los pueblos cordobeses de Fernán-Nuñez hacia La Carlota y Santaella, donde era frecuente encontrarlos por todos los cortijos de la comarca. Posiblemente su origen estuviera en relación al paso de los rebaños ovinos que pasaban por allí y alguna que otra vez quedarán atrás cachorros de alguna camada.
El trabajo específico en cuestión consistía en portar bien en la boca o bien sujeto al collar un mensaje manuscrito que el dueño quería hacer llegar a los vecinos de los cortijos cercanos. El perro que conocía cada uno de esos cortijos por una contraseña corría hasta su destino para entregar con premura dicho recado. Una vez allí el perro esperaba pacientemente a que se le entregase otra esquela con la contestación para su dueño. Hasta que eso no ocurría el perro no volvía a su cortijo.
Otro caso curioso es aquel en que un agricultor enviaba a su perro de agua portando la petaca de tabaco en la boca, a otra finca donde faenaba un amigo suyo en otra cuadrilla. El perro una vez que llegaba a la finca vecina solamente se dirigía a la persona conocida y se dejaba coger la petaca. Entonces el otro agricultor se servía cierta cantidad de tabaco en la mano para liar un cigarrillo y posteriormente la devolvía al can. En caso de que esta persona pretendiese abusar de la “convidá” de su amigo y servirse más de un cigarrillo o bien apoderarse de la petaca, el perro reaccionaba ladrando e incluso atacando. Una vez que esta persona, forzado por la reacción de guarda del perro, soltaba la petaca, éste rápidamente la cobraba en la boca para devolverla a su dueño.
2.- Típica imagen del perro auxiliar del pescador. Foto paralelo 36, F.Reguera
En los puertos de la Cornisa Cantábrica, además de portar amarras de unas embarcaciones a otras, los viejos pescadores recuerdan como los perros bajaban desde sus casas, con la marmita en la boca, hacia el puerto o la bodega para llevar el desayuno a sus dueños. Sobre esta particular misión no era infrecuente el caso de una perra cuyo propietario enviaba a la tienda con una cesta en la que llevaba el dinero y un papel con “el pedido”. La perra tomaba tan en serio su trabajo que su dueño apostaba con los amigos, si alguien podría arrebatarle su cesta ni el contenido. (Claro está, utilizando métodos razonables). Ni trucos, ni amenazas hacían que la perra permitiera que le quitaran su tesoro…”
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